Fe, es una necesidad.
FE.
Esa palabra que necesitamos en nuestra vida para seguir adelante. Pero, FE, ¿en
qué?, ¿en quién?
Creer
lo increíble, eso desearía. Creer que llegaré al lugar que quiero, que obtendré
lo que tanto he deseado, que tendré lo que considero merecer. Pero no creo, la
racionalidad aflora y hunde a la FE.
Creer
en las personas, eso intento. Confiar en que no te fallarán, no te harán daño;
que lucharán por ti tal y como tú lo harías por ellos sin pensarlo. El tiempo
se permite el lujo de enseñarte que tu FE solo se la merecen algunos, entonces
vuelve la racionalidad.
Creer
en la suerte, eso es más fácil No sé si se llama así, o es destino o
simplemente la vida. Solo sé que yo me siento un juguetito en manos de un niño
que decide si disfrutar con él o meterlo en un cajón y olvidarlo. También
puede desmontarlo, aunque luego ya no queda igual, y por ùltimo está la opción
de romperlo, después de eso ya sí que es difícil rehacerlo.
Creer
en mí misma, eso haré. Soy yo la que decide, la que sale a flote o se hunde, yo
decido. La suerte, el destino o la vida puede jugar conmigo, pero yo ganaré la
partida, da igual si hago trampas, no hay juicio ni juez. Soy yo mi propia FE,
mi propia creencia y mi propia religión. Tomo decisiones, me equivoco, acierto,
fallo, caigo, me levanto, camino, paro, corro, descanso, huyo, me enfrento,
asiento, niego, espero, busco, encuentro, quiero, odio, sufro, disfruto,
duermo, sueño, despierto...mientras tanto, vivo según mi FE.
Está muy bien, no puedo decirte mucho más, no soy el idóneo para hablar de tener fe
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